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MESA DE LOS VIERNES: PARA PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE

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Por Javier García Lezama y Gonzalo Rinaldi. El arribo del primer auto fue la señal para que las personas, que estaban dispersas por los alrededores, empezaran a congregarse. El efecto fue inmediato, de todos lados llegaron hombres, mujeres y niños. Como en las primeras tribus, cuando las personas se encontraban alrededor del fuego, esta comunidad se reunió en torno a la hoya de comida que bajó del baúl de un coche.

El reloj marcó las siete de la tarde, en esta época del año, de noche. Estaba fresco, pero no tanto como se esperaba, la aplicación del celular indicaba 15 grados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Parados en medio de la Plaza de Mayo, se observaba como las luces de los edificios históricos que la rodean generaban una imagen digna de una postal.  Martín, referente de Red Solidaria, estacionó su auto, se bajó junto a Sofía, otra referente, y lo primero que hicieron fue saludar, con el puño como nos acostumbró esta pandemia, a todas las personas en situación de calle y a los voluntarios que, como todos los viernes desde el año 2013, se preparaban para “compartir la mesa”. 

La pandemia golpea a nuestro país desde marzo de 2020 y estos encuentros no se suspendieron nunca, todavía les cuesta a todos acostumbrarse a esta manera diferente de vivir la “mesa de los viernes”. Martín aseguró: “Antes de la llegada del COVID las personas esperaban sentadas en una larga mesa, una al lado de la otra, donde voluntarios y personas en situación de calle comían juntas”.

“Tuvimos que adaptarnos para poder seguir acompañando a cada una de estas personas. Para cuidarnos, pero especialmente para cuidar a cada uno de los que están ahora acá y sufren la situación de calle”, comentó Martín, alejado unos metros de donde se “comparte la mesa”. Para él es importante tomarse unos minutos para ver, a la distancia, que todo esté funcionando bien.

La mecánica fue sencilla: un grupo de voluntarios se ubicaron detrás de los bancos de la plaza, donde se formaron filas, en las que se insiste en la importancia de respetar el distanciamiento social. En un banco, se acomodaron las viandas, que en los días más fríos del año buscan que esa porción de comida sea caliente. En otro, se dispone un grupo diferente de voluntarios con ropa y calzado, separados por género y talle, la pandemia también los obligó a cambiar el modo en que se entregaba el abrigo. Antes, se armaba un sector con percheros por donde las personas pasaban, elegían la ropa que más les gustaba y se la probaban antes de llevársela. Un tercer equipo de voluntarios, se dedica a hablar con las personas que se acercan a compartir “la mesa”, siempre respetando las medidas epidemiológicas de cuidado, buscan mantener el contacto y no perder la ternura.

Sofía se manifestó acerca del rol de los voluntarios y dijo: “Terminan apropiándose de ‘la mesa de los viernes’ y generando un vínculo muy fuerte con cada uno de los allí presentes. Hay una muy baja rotación; las caras, por lo general, son siempre las mismas”, y agregó que “hay personas que, luego de mucho esfuerzo, pudieron salir de situación de calle y siguen compartiendo la mesa, formando parte de esta comunidad”. 

Durante la charla, ambos insistieron con varias ideas, las repitieron muchas veces, quieren que queden claras: “La calle no es un lugar para vivir”, “la solidaridad es para el momento, es la política la que hace justicia”. 

Son obsesivos, están atentos a todos los detalles, según ellos es algo que aprendieron de Juan Carr. Llaman a todas las personas por su nombre, cuando identifican a alguien que, por primera vez, llega a “compartir la mesa”, se le acercan, se presentan, y le dan la bienvenida. No hay espacio para soledad en este encuentro.

Luego de 3 horas, con las panzas llenas y sin nada más por compartir, los voluntarios le insistieron a la gente que se acercó, que hagan uso de los hogares y refugios para pasar la noche, a lo que la mayoría hizo “oídos sordos” y se vio como, de a poco, iban abandonando la Plaza de Mayo, dirigiéndose hacia la vereda en la que dormirán, anhelando que la semana pase rápido y puedan volver a “compartir la mesa de los viernes”.