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JAVIER SORIA VAZQUEZ: UN ARTISTA DISTINTO EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO

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Por Rocío Amparo Seronero. Una tarde en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires: llegué con expectativas bajas, esperando ver algunas pinturas y tal vez una instalación interesante. Sin embargo, lo que encontré fue algo completamente distinto. Apenas entré en la sala, un guía me explicó lo esencial de "Incidente", la obra de Javier Soria Vázquez que estaba a punto de experimentar.

En el marco de la exposición de Soria Vázquez: El acto imprevisto, los sábados de 16 a 18 hs se activa la obra Incidente con la intervención de un grupo de músicos y la participación del público presente.

La obra Incidente (2023) fue presentada por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Salta, en la exposición Sujeto tácito, que integró el programa de visitas de la 55a Conferencia Anual del Comité Internacional de Museos y Colecciones de Arte Moderno y Contemporáneo en 2023.

No se trataba de una exhibición pasiva. Me encontré frente a tres cuadros, cada uno con una línea dibujada en diferentes posiciones, representando cada uno una nota musical distinta. La consigna era simple pero intrigante: mover mi mano sobre las líneas de la manera que quisiera. Los movimientos serían interpretados al momento por tres violinistas ubicados en la sala.

Me acerqué al primer cuadro y observé la línea que representaba una nota musical. Al principio, dudé, no estaba segura de cómo debía hacerlo, pero el ambiente era relajado, y no parecía haber una manera "correcta". Decidí deslizar mi mano suavemente sobre la línea, como siguiendo su recorrido. Al instante, uno de los violinistas interpretó mi movimiento, y una nota suave y prolongada llenó el aire. Los otros visitantes miraban, pero no de manera incómoda; estaban tan involucrados como yo en este juego entre el cuerpo y la música.

Al cambiar al segundo cuadro, intenté algo diferente. En lugar de seguir la línea de un solo trazo, hice pequeños movimientos intermitentes, como puntos cortados en el aire. El violinista captó la intención y, casi como si leyera mis pensamientos, las notas se volvieron cortas, rápidas, punteadas. Sentí que había pasado de simple espectadora a una especie de directora orquestal improvisada, guiando la música sin saber muy bien adónde me llevaría. La interacción con los cuadros me hizo pensar en cómo pequeños gestos pueden tener un gran impacto en algo tan abstracto como el sonido.

El ambiente se fue cargando de una mezcla de expectativa y sorpresa mientras otros participantes también tomaban su turno. Cada uno tenía su propio estilo para interactuar con las líneas; algunos trazaban con decisión y otros, como yo al principio, con más cautela. Los músicos respondían a cada intervención con precisión, pero también parecían disfrutar de la improvisación, jugando con las variaciones que proponíamos.

Una experiencia sensorial

En un momento, decidí hacer un movimiento vertical en el tercer cuadro, casi como si estuviera rasgando la línea de arriba a abajo. El violinista frente a mí lo interpretó como un cambio de ritmo, y la música se tornó más intensa, casi dramática. Fue un momento revelador: estaba construyendo algo en conjunto, aunque no pudiera ver la estructura completa. Lo más interesante fue que no había un manual ni una explicación extensa sobre qué debías hacer o cómo. La obra te daba total libertad para experimentar, lo que creaba una atmósfera lúdica. A veces, los gestos de los otros visitantes generaban sonidos que se entremezclaban con los que yo provocaba, y por un rato, la sala se convirtió en una especie de partitura viva donde todos contribuíamos.

Al final, después de moverme entre los tres cuadros y ver cómo la música y el arte visual se fusionaban a través de mi intervención, sentí que había sido parte de algo colectivo, algo que solo existió en ese preciso instante. La obra dependía de nosotros, y nosotros de ella, en un diálogo constante que, a pesar de la simplicidad de sus elementos, se sentía profundamente único. Sin duda el autor Javier Soria Vázquez supo renovar el arte.

Javier Soria Vázquez nació en Cafayate, un pueblo de maestros alfareros y textiles ubicado en Salta, en el límite con Tucumán. Además de su formación como artista, realizó estudios curatoriales que lo inspiraron a ampliar su práctica dedicada a la pintura para abarcar obras realizadas en colaboración con otros artistas y con la participación del público presente.

Salir del Museo de Arte Moderno después de haber participado en "Incidente" fue como salir de un pequeño trance creativo. Lo que parecía una simple visita se transformó en una experiencia donde el arte no solo se mira, sino que se toca, se siente y se escucha. Cada línea en los cuadros no era solo un trazo estático, sino una invitación a explorar cómo nuestras acciones pueden resonar en el mundo del arte. La obra, con su combinación de pintura y música, y la interacción constante del público, mostró cómo el arte puede ser un espacio de colaboración y sorpresa, donde cada participación contribuye a una creación en constante cambio.